LANGOSTINOS HERVIDOS
Los langostinos y camarones (estos últimos son más pequeños) se cocinan apenas se extraen del mar en agua hirviendo, en la que adquieren su típico color rojo.
Deben conservarse al frío como cualquier otra proteína perecedera.
Asegurada su frescura, el niño puede comer la pulpa que se obtiene por el fácil desprendimiento de la cabeza con su pequeño caparazón y las barbas.
Quedan así pequeñas formas semilunares de carne blanca con vetas rojas.
El adulto exige para comerlos el añadido de determinadas salsas; el niño desde el 7′ mes de su vida puede comerlos, por ejemplo, picados añadidos al primer puré, o a la primera sopa o en cualquier otra forma tal cual la carne, porque es carne.
No se trata, en la práctica, de alimentar al niño con langostinos, pero sí de que participe de ellos cuando los haya para el resto de la familia.