HUEVOS FRITOS
Suelen plantear problemas a las mamás, que suman la aprensión al huevo y la aprensión al frito.
No es necesario darlos fritos, pero un chico puede comerlos desde el año de edad sin el menor inconveniente.
Como los pequeños muestran gran atracción por los huevos fritos, la única precaución es la necesaria para tener seguridad de que la yema ha alcanzado durante bastante tiempo una temperatura elevada.
Se pone en una sartencita una cucharada de manteca que se deja derretir, apenas lo está, se coloca el huevo y se vigila la operación en los siguientes detalles: la clara se coagula rápidamente, su punto está cuando los bordes comienzan a tomar un tono moreno claro; con una cuchara se vierte de continuo manteca hirviendo tomada del borde de la sartén sobre el centro de la yema; la operación debe hacerse a fuego lento pues debe durar entre cinco y siete minutos; en un determinado momento la yema muestra un aro circular periférico de coagulación que lo separa de la clara; si la operación se prolonga toda la yema se pone dura, lo que quita estilo al plato, pero, repito, es necesario que su porción externa sí esté dura.
De ese modo se puede tener la seguridad de que todo el huevo está perfectamente cocido.
Durante el proceso se pincha de vez en cuando la clara con un tenedor y con un cuchillo se levantan los bordes para que no se pegue, es decir, para que siempre haya manteca fundida debajo.
Si la operación se hace con aceite hay que poner el huevo sobre el aceite frío, de otro modo la coagulación de la clara será casi instantánea y no dará tiempo a calentar la yema sin que se coagule.
Estos detalles, que la baquía completa en lo que hace a la cantidad justa de manteca, permiten sin dificultad el acceso, del niño chico, al huevo frito.